Vamos a la playa

No hace mucho ir a la playa significaba arrinconarse en el SEAT IBIZA de papá, mientras escuchabas las batallas del abuelo porque tu hermano se pasaba las 3 horas de viaje jugando a la Game boy. LA vuelta era mucho peor, lo mismo pero con tu padre cabreado por no echarse crema y tú con arena en los oídos, tu hermano te miraba de reojo con la consola en la mano.

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Gracias a Dios, hoy no es así. La Expo del año pasado revolucionó Zaragoza. Nos puso hasta playa. Las dunas crecieron al lado del Parque Metropolitano. Para los escépticos destacar que se trata de una arena que encubre una piscina fluvial reciclada de forma natural. Los selectos pueden encontrar en esta playa, como en todas las demás, una zona de hamacas para los que quieran tomar el sol como si de Punta Cana se tratase.

Después de un día de playa, nos apetece un poco de fiesta para rematar la faena. Hemos de decir que sí, estamos en un ambiente selecto y algo elitista, pero el trabajo merece la pena. Entramos en la Zona Chill junto a la arena de la playa y las palmeras. Una tenue luz de velas y antorchas, música lounge, alfombras y pubs nos acogen. Existen espacios VIP para los que quieran disfrutar de un ambiente privado y personal.

Después de la jornada, el amanecer reflejado a lo lejos en el Pilar nos devuelve a la realidad, estamos a quince minutos de casa.

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