Monumentos y sus anécdotas en Zaragoza
Podría decirse que Zaragoza se ha llegado a convertir en un museo ambulante, algo de lo cual podríamos llegar a apreciar si recorremos determinados entornos y en los cuales, de manera ineludible que podríamos encontrar la presencia de personajes inmóviles con un atractivo principal que quizá no nos encontremos en alguna otra parte del mundo.
Si anteriormente habíamos mencionado a aquella estatua de un niño que se encontraba sentado en la plaza de San Felipe en Zaragoza viendo hacia lo más alto de una Torre Nueva imaginaria en el tiempo actual y presente en el pasado, esto viene a ser un escenario digno del mejor de los museos en cualquier parte del mundo. Algo similar vamos a encontrar si estamos recorriendo la calle Alfonso I y exactamente en la calle Candalija, lugar en donde se encuentra otra estatua muy interesante que lleva el nombre de el Pastor y el Águila, misma que es obra del escultor Pablo Gargallo.
Su presencia muy llamativa en Zaragoza
Muchas personas que han llegado a pasar por esta dirección se han detenido por un instante para admirar a esta interesante estatua que más bien es considerada como un monumento más en Zaragoza, la cual guarda muchas interesantes anécdotas que le hacen ser cada día más importante de lo que quizá se planificó en el siglo XXI cuando fue creada. Con aproximadamente 2.60 m de alto, elaborada en bronce fundido y con su instalación para el 2 abril 2003, esta estatua quiso ser robada en un momento determinado aprovechando la oscuridad de la noche, algo que no fue posible realizar debido a su peso.
Quienes transitan por el lugar puede llegar a apreciar determinadas actividades artísticas que se ejecutan en esta estatua, algo que se llegó a disfrutar en la conocida Noche en Blanco, momento en el cual se intentó vestido de encajes a esta monumental obra de una de las calles más importantes de Zaragoza.
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